Friday, December 21, 2007

Trabajo de perros

Era viernes en la noche cuando Wilson Javier Ante sintió de repente que una ya muy familiar incertidumbre le abordaba el pensamiento, justo mientras subía las gradas que comunican la biblioteca con su salón de clase. Sabía muy bien que la lectura que el profesor había programado para aquella sesión de 4 horas, a bordo de las alucinantes ideas de un viejo conocido, Federico Nietzsche, él no la había preparado, pues hacia ya dos meses y medio que los 1.200 pesos que le costaban las fotocopias se negaban a volver a su bolsillo.

Wilson dudó para entrar, pero sabía que una vez en el umbral los pies toman el control y dar vuelta es imposible. La clase no le dejó muchas satisfacciones, pero al salir de ella ya tenía claro de dónde obtendría el dinero para las próximas copias. Su amigo Mauricio Saavedra, también estudiante de Filosofía y dueño de una tienda de mascotas, le ofreció trabajo. “El man que me ayudaba se abrió para Cali a camellar en una ferretería de la familia. (…) qué? vos no te le medís a ayudarme mañana? Wilson no lo dudo: ¡Sí!, claro que ¡si, respondió tranquilamente, como sólo el sabe reaccionar ante tales oportunidades.

La mañana de ese sábado Wilson se levantó muy temprano para empezar la jornada. En la tienda lo esperaba Mauricio quien le explicó que durante los siete años que lleva funcionando el local se ha ofrecido peluquería canina, aseo integral de las mascotas y accesorios para estas. Le recomendó limpiar bien los oídos de los perros, darles un buen baño y cortarles las uñas, además, no olvidar ponerles los moños rojos y azules, según el pedido de los clientes; y preparar muy bien los implementos para que él se encargara del corte y tratamiento del pelo de los caninos.

Transcurrida la mañana Wilson recibió su primer cliente, un cachorro french Poodle. Aunque el perro se veía muy tranquilo, Wilson temía por una reacción violenta del animal cuando se enfrentara a su inaplazable baño, pues ya Mauricio le había mostrado varias lesiones dejadas por los afilados colmillos de algunos perros.

También pensaba mucho en la posibilidad de que el cachorro se le escapara y en su intento de fuga lo atropellara algún carro. Afortunadamente en su primer día de trabajo la experiencia fue buena, y el french Poodle se portó bien como si adivinara en las manos temblorosas de Wilson su esfuerzo por hacer bien el trabajo y convencer a Mauricio de emplearlo permanentemente.

Este no era el primer empleo al que Wilson dedicaba su tiempo con el propósito de financiarse la matricula. Ya antes había trabajado en una vulcanizadota despinchando carros y motos; como administrador de un lavadero de carros, soldador y como ayudante de todas y tantas labores que sólo duraron un par de semanas o quizá un mes, pero siempre lo suficiente para ahorrar un poco de dinero destinado a cubrir los gastos de la universidad y algunas necesidades de sus hermanos menores.

Regresaría el siguiente sábado dispuesto a trabajar duro y así mostrar a Mauricio que en sus siete años como dueño de la tienda nunca había tenido ni tendrá un empleado y amigo tan bueno como él; dispuesto a continuar las platicas filosóficas mientras le cepilla y le decora el pelo a uno de sus perros.

Ventaja o desventaja Wilson es filósofo y ha aprendido que en el devenir constante de los días todo puede cambiar, unas cosas van y otras vienen transformando emociones, comportamientos y alterando conductas; pero sabe también que el ser conserva su esencia inmutable mientras se alimenta de las experiencias, por eso confía que este empleo en la tienda de mascotas no es cuestión de azar, está allí para aprender un poco más, para explorar un rincón del mundo donde los perros son tratados casi como hombres y por supuesto, para reunir el dinero suficiente para su próximo semestre de universidad.

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