Sunday, April 27, 2008

Rostros de los universitarios protagonistas del Rebusque

Historias del Rebusque Universitario Unicauca

Una Carrera a las Carreras

Es muy fácil llegar al absurdo, sólo es necesario ir en contra de la naturaleza. Hay cosas que pensadas desde lo lógico y razonable no existirían; la verdad está en el absurdo escribiría alguien y este es un buen testimonio de ello.

Un rockero que canta música más “guapachosa” los fines de semana. Un aspirante a mensajero que vende la moto unos días antes de tomar el puesto y lo que es peor deja como única opción al ser más despistado e impuntual, sólo porque él si tiene moto. Pagar por primera vez la matrícula de la universidad con “el sudor de su frente”, algo que causaría orgullo si no hubiese tenido la mala suerte de pagar la matrícula más cara de toda su carrera. Ser un estudiante de universidad pública que tiene que trabajar día a día para financiar los gastos que demanda su carrera.

El protagonista de todos esos contrastes es Guillermo Enrique Moreno, estudiante de Comunicación Social de la Universidad del Cauca. Con el maletín azul sobre su espalda y montado sobre la Kawasaki roja recorre toda la ciudad repartiendo cartas. La empresa de mensajería para la cual trabaja abrió una sede en Popayán, al mismo tiempo en el que Guille dejaba sus estudios universitarios. Había pasado casi un mes desde el momento en que se enteró que necesitaban un mensajero y metió los papeles para dicho empleo. La esperanza de conseguirlo se esfumaban, pues aún no recibía comunicación alguna.

La empresa ya tenía a los dos opcionados y Guille no estaba entre ellos, sin embargo, gracias a la suerte que lo caracteriza y que todos envidiamos, unos días después ya era un empleado más, pues uno de los aspirantes había vendido la moto unos días antes. Podríamos decir que ser mensajero requiere de puntualidad y viveza, cosas de las que nuestro buen amigo carece. Quienes lo conocemos hemos sido testigos de que se sube a la moto habiendo dejado las llaves dentro de la casa. La moto ya ha encendido y se dispone a arrancar cuando Guille se da cuenta que no tiene el casco. Ahora sí lo logró decimos todos, pero 10 minutos más tarde tocan el timbre de la casa y presintiendo que él ha vuelto uno de nosotros sale llevando el bolso azul en la mano. Siempre es lo mismo, siempre olvida algo.

Le ha tocado aprender a la fuerza todas las direcciones pero “todavía volteo buscándolas y gasto gasolina como loco”, dice entre risas. Lleva trabajando como mensajero algunos meses y gracias a su trabajo ingresó nuevamente a la universidad. Repartir su tiempo entre el horario de clases y el del trabajo no le ha causado problemas, pues todo lo que tiene que entregar le llega directamente a la casa y ha podido distribuir bien sus deberes. “Sólo cumplo con los horarios de entrega y cada 15 días envío a Cali o a Bogotá las tirillas de la correspondencia”
Aunque vive con su familia todo se lo está pagando él. La primera vez que pagó el recibo de matricula por sí solo fue precisamente el semestre más caro de toda su carrera, porque está repitiendo todas las materias.

Guille no sólo canta en la ducha sino también en “El Baño”; concurso que se realiza hace unos años en Popayán y del cual ha ganado dos veces el primer puesto de las tres versiones realizadas. Toca la guitarra, compone y canta con una voz envidiable. Su afición por la música lo llevó a estudiarla como carrera sin lograr terminarla, después de que administración de empresas corrió con la misma suerte.
Todos los fines de semana con su guitarra al hombro sube por el único rastro de modernidad que tiene la ciudad: las escaleras eléctricas del “centro comercial”. Se dirige al bar que es su otra fuente de trabajo los fines de semana. Las canciones de Charlie, Fito y Cerati reviven en su voz, así mismo Eddie Herrera y Sergio Vargas han encontrado obligatoriamente cabida en su repertorio. “A mi me gusta más el rock y las baladas, pero me toca cantar canciones así como moviditas y alegres porque la gente va a tomar, a bailar y divertirse entonces me ha tocado acostumbrarme a ello”.

Guille termina su trabajo pasada la media noche. La plata que gana la utiliza para las fotocopias que quizá reposarán sobre el escritorio mientras él reparte cartas, canta y continua gastando gasolina en su búsqueda de una mejor forma para sobrevivir.

Thursday, April 10, 2008

Los Múltiples Oficios de Enuar

Muchos de los jóvenes universitarios conocen a este hombre de refinados modales y lúcidas ideas. Enuar Castro Cardona es un estudiante de filosofía nocturna que ha sabido sortear las dificultades económicas sin permitir que la desesperación le nuble la mirada tranquila y la leve sonrisa que siempre se dibuja en su rostro.

Todos conocen a Enuar de algún modo y así mismo él alguna vez a todos ha visto. Muchos lo recuerdan parado detrás del mostrador de un almacén fotográfico, vestido con el kimono blanco que en letras rojas dice “foto Japón”. Otros recuerdan que él les entregó la factura de su primer celular; allá por la época en que tener uno de esos era más exclusivo que obtener el título de doctor.

Enuar también trabajó en una empresa de seguros para maestros, como recepcionista de un hotel y en una E.P.S. En esta última su descontento con las reglas de la institución fue más poderoso que su necesidad de pagar inmediatamente su matricula universitaria; pues nunca estuvo de acuerdo con que el jefe le dijera que si llegaban mujeres, niños o ancianos muy enfermos, no los debía afiliar, porque esto representaba una amplia perdida monetaria para la E.P.S. Al final renunció.

La búsqueda del conocimiento ha llevado a Enuar castro a sumergirse en la profundidad de las páginas de un sin número de libros que le han revelado las muchas y tantas contradicciones de la existencia; sin embargo, ahora no sólo trabaja para comprar dichos textos, sino que también los vende.
Desde hace apenas un par de semanas comenzó a trabajar para el circulo de lectores y, aunque guarda grandes expectativas, aún no sabe qué tan productivo pueda ser este nuevo empleo. Enuar sabe que su situación económica algunas veces mejora, pero otras veces amenaza con llevarse muy lejos de él la posibilidad de graduarse como filósofo. Frente a ello este joven de 23 años prefiere mantener la calma, pues sus múltiples oficios le han enseñado que no es perdedor el que cae en la batalla, si no el que la abandona antes de pelear.